Como siempre, el espéctaculo, el deporte, la afición, la ilusión y la competitividad sana se vieron frustradas ayer por un salvaje que lanzó una botella en el partido que enfentraba en el Ruíz de Lopera al Betis y al Athletic de Bilbao.
El resultado era de 1-2 favorable al conjunto bilbaíno. No comentaré aquí nada más relativo al encuentro, porque nada de lo que dijera tendría relación con lo que un desalmado hizo ayer.
Un aficionado (si se le puede llamar así) próximo al campo de fútbol lanzó una botella que impactó al portero del Athletic, Armando, cuando iba a efectuar un saque de puerta. ¿Cómo puede haber personas así? ¿Cómo pueda haber gente que se sienta tan importante para agredir a otro, sea quien sea?
El resultado fue la suspensión del encuentro, con Armando retirado en camilla. Recibió puntos de sutura, con un corte cercano al ojo.
El público sevillano destapó al agresor, que está en prisión por no pagar la fianza impuesta por el juez. Y es ahí donde realmente debe estar. Una persona así no puede andar por la calle, dando botellazos cuando se le antoje. Dónde vamos a llegar. Uno quisiera ir a ver un partido de fútbol y ver un partido de fútbol, no tener que aguantar animales como el del partido de anoche, o el que agredió a Juande Ramos. Uno va a un partido de fútbol y no quiere ver a unos hinchas pelearse contra los del equipo contrario.
Más triste aun es que si este señor (si se le puede llamar así) hubiera realizado la misma acción cuatro horas después, en la fiesta post partido, a cualquier persona que se encontrara por la calle, no le habría pasado nada. Y es que esta es la sociedad que tenemos. Suerte que la inmensa mayoría de la población es buena y, como ayer, repudia estos actos impunes y crueles.
A esta persona se le debe prohibir el paso a un espectáculo deportivo de por vida. Desde espaciodeportes queremos dar un saludo a Armando, y condenar la actuación del desalmado agresor.