El martes a Pepe, defensa del Real Madrid, se le cruzaron los cables en el partido ante el Getafe y la emprendió a patadas con Casquero, cuando estaba en el suelo después de hacerle penalty, y con Albín, a quien le propinó un puñetazo a lo Mike Tyson. Después insultaría al árbitro para terminar de rematar la faena. No es la primera vez que pasa algo así en un campo de fútbol.
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Estas acciones deplorables, que muestran cuán bajo puede caer un deportista cuando se le cruzan los cables, han sido repetidas a lo largo de la historia. Pepe se enfrenta a una sanción enorme, por lo que probablemente no volverá a jugar esta temporada. El Real Madrid ha anunciado que no va a recurrir la sanción, sea cual sea, cosa que es digna de alabar del club blanco. Pepe ha cometido un grave error y tiene que pagar por ello, sea cuales sean las consecuencias. Un campo de fútbol no es un terreno de batalla y quien falta a la deportividad merece ser castigado, por muy arrepentido que se sienta después de su acción.
Y es que, lamentablemente, las agresiones siempre han estado ligadas al deporte rey, igual que al resto, y ya no sólo por el público, siempre resaltado por unos indeseables que van al campo con el único objetivo de colmar sus frustraciones de la semana (recuerden todo lo que tuvo que aguantar Luis Figo en el Camp Nou, todas las broncas que provocan los ultras del Real Madrid, o las peleas entre aficionados que muchas veces acaban con muertos).
Si nos ponemos a enumerar agresiones famosas de aficionados a futbolistas o árbitros no acabaríamos nunca, pero es que también hay muchas veces que hemos presenciado agresiones entre los propios deportistas. El ejemplo más nuevo es este de Pepe, pero no podemos olvidar el último partido oficial del maestro Zinedine Zidane, que golpeó cual toro cabreado a Materazzi, después de que este le pidiera la camiseta de su hermana. Recuerden también que Zidane llegó al Real Madrid sancionado en la Champions League por dar otro cabezazo a otro rival.
Fuera de la Liga española tenemos a jugadores como Rooney, que cuando se pone agresivo no hay quien le detenga, razón por la cual ese jugador pierde toda la deportividad que le puden dear sus buenas dotes para el fútbol, al menos para mí. O, en la misma liga, la historia de Eric Cantona, que pisaba a jugadores de vez en cuando, pero más memorable fue la agresión a un aficionado que le insultaba cuando éste fue expulsado.
Volviendo a la Liga española, todos recordamos el histórico pisotón de Juanito, a Matthaus, lo que le costó una fuerta sanción que propició su salida del club blanco.