Era un secreto a voces, pero por fin esta semana Florentino Pérez anunció su candidatura a la presidencia del Real Madrid, y los demás entrenadores y presidentes de los clubes europeos tiemblan.
Ya conocemos la política de fichajes de Florentino Pérez, que saneando las cuentas de un club en crisis se sacó unas torres de la manga y tuvo dinero para fichar a la créme de la créme del fútbol de aquellos años: Luis Figo (golpe de efecto contra su eterno rival, el FC Barcelona), Zinedine Zidane, Ronaldo, David Beckham, Michael Owen (ninguneado en el Real Madrid). Ahora los nombres son otros: Cristiano Ronaldo, Kaká o Franck Ribery, que parece que va a salir del Bayern de Munich sí o sí, ya sea yendo al Real Madrid o yendo a algún equipo al que el Real Madrid haya dejado sin su estrella.
El futbolista francés, de ahora 26 años, es mundialmente conocido después del Mundial de Alemania, donde junto a Zidane y Thierry Henry llevó a Francia a la final, donde se enfrentaría, saliendo derrotado a Italia. Allí se forjó un nombre, proveniente del Olympique de Marsella, adonde llegó desde Turquía tras jugar en el Galatasaray, que se mosqueó y recurrió la salida del jugador a la FIFA.
Gracias a ese mundial, Franck Ribery, apodado Scarface debido a que a los dos años de edad sufrió un accidente automovilístico (suponemos que no conducía él) que le dejó una enorme cicatriz en la cara, pudo fichar por el Bayern de Munich donde lleva dos temporadas rindiendo a un magnífico nivel, pero, desgraciadamente, los tiempos pasados fueron mejores para el club alemán y Ribery parece lejos de esa entidad en un futuro cercano.
El año pasado fue nombrado mejor jugador de la Bundesliga, la Liga Alemana.