El Getafe nos enamoró frente al Bayern

¡Qué injusto es el fútbol a veces! No hay ningún comentario más acertado que éste para definir el partido que vivimos anoche en el Coliseum Alfonso Pérez entre el Getafe y el Bayern de Múnich.

 

Ayer, toda España era azul. Toda España era el Getafe. Toda España veía en el conjunto madrileño a aquel Alavés que puso contra los cuardas al Liverpool, también en la UEFA (aquella vez en la final). Ayer no había diferencias. La eterna historia de David contra Goliat. Un modesto contra un gigante alemán. Con el presupuesto de uno, el otro ficha a un solo jugador.

Y la cosa no empezó bien. De la Red era expulsado en el minuto 5 y el Getafe tenía que defender el resultado de la ida (1-1 en campo alemán) con uñas y dientes de 10 jugadores. Pero no importaba, porque más de 40 millones de personas estaban con ellos. El Getafe era el equipo de todos los españoles, como alguien aventuró a decir de forma muy acertada.

Dominaba el encuentro cuando en una carrera espectacular allá en el minuto 44, Contra se fue de dos defensas del Bayern. Les hizo un lío y acabó yéndose entre medias de los dos. Delante de él, ya en el área, otro defensor y el mastodonte Kahn. Contra pudo haber pasado a un compañero que aguardaba para rematar, pero decidió lo mejor: chutar él. Y de qué manera, señores. El balón acabó en las mallas y todo el mundo se puso de pie para celebrar el gol que metía al Getafe más si cabe en semifinales de la UEFA (con 0-0 en el marcador estaba clasificado).

Y llego la segunda parte. El Bayern apretaba mandando balones arriba. El Getafe, defendiendo, les dominaba y nos les dejaba hirbanar una jugada digna de acabar en gol. Casquero y Cellestini controlaban el medio del campo y en más de una ocasión el ‘Geta’ pudo sentenciar. Braulio se quedó con la portería para él pero tuvo la desgracia de resbalarse cual Abreu en sus buenos tiempos. Maldita hierba húmeda, pensaría el delanterio azulón, ya que no fue el único jugador que había resbalado gracias a ella. En otra contra, la lucha feroz entre delantero y defensor alemán acabó con un lío entre Kahn y el defensa que dejaron otra vez al delantero del Getafe con la puerta para él, sólo que mirando para el lado que se supone debía haber ido el balón y no estaba. Cuando se dio cuenta, era demasiado tarde para chutar y el taconazo que utilizó para tratar de darle el gol en bandeja a un compañero fue interceptado.

Eran minutos bellísimos de fútbol. Son unos grandes, pensábamos todos. Cómo les manejan a su antojo, siendo un equipo tan pequeño y ellos tan grandes. Hitzfield tenía cara seria. Laudrup también.

Y llegó el minuto 89, no había otro, y un rechace le vino a Ribery dentro del área, quien fulminó al Pato Abbondanzieri, que no pudo hacer nada para evitar el empate en el marcador y en la eliminatoria. Un gol que nos llevaba a la prórroga.

Y si el comienzo del partido empezó mal para el Getafe, el principio de la prórroga fue algo que ni el más optimista pudo soñar. Casquero se inventó un tiro en la frontal del área que fue a parar al único sitio al que Kahn no podía llegar: el palo derecho. Golpeó en éste y después se introdujo en la portería. Un auténtico golazo, sólo comparable al primero de Contra.

El Getafe volvía a estar por delante en el marcador y obligaba al Bayern a marcar un gol para clasificarse. Echado a la delantera, sufrió otra contra del Getafe que acabó con Braulio, esta vez sí, machacando a Kahn y logrando el 3-1 en el electrónico.

Todos estábamos orgullosos de nuestro ‘Geta’. El rey, peloteado a más no poder por las cámaras de televisión, sonreía al son del juego azulón. Llegamos al descanso de la prórroga (ese descanso que sólo vale para cansarse cruzando el campo) con el 3-1 y todos sabíamos que el Getafe iba a ganar. Todos menos un Matías Prats que dijo: «Como el Bayern se vaya con una derrota para casa se la van a montar buena«. «Es que se va a ir», le contestaron. «A mí no me gusta ganar un partido antes de haberlo acabado«. No es literal, pero como si lo fuera.

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Y qué mal augurio, Sr. Prats. Abbondanzieri tuvo que oírle y se puso nervioso, dejando escapar un balón que tuvo en sus manos para que el avispado (y desesperado) Luca Toni pusiera, a cinco minutos del final, el 3-2 en el marcador.

No pasa nada, pensamos. Para estas cosas metió Braulio el tercer gol. Llegó el último minuto del encuentro y Kahn, en el que pudo haber sido su último partido como futbolista, subió a rematar, apelando a la heroíca. Todos reclamamos una falta que cometió fuera del área, pero el árbitro no estaba ya para poner orden (tampoco vamos a crucificarle ahora), y, en esa misma jugada, un centro llegó a Luca Toni, que remató a donde el Pato no pudo llegar.

Fin del sueño azulón. Fin de la aventura de la UEFA. Pero no es el final del Getafe. Ahora sabe que tiene a muchísimos españoles detrás (aunque todos sabemos como acaban estas cosas; el Alavés no levanta ya tanta simpatía como años atrás). Pero aquí tienes un aficionado que ya desde antes de subir a Primera División te ha apoyado, tal vez por tener familia en esa gran ciudad.

Gracias por todo, Getafe. Y ahora, ¡a por la Copa!

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