El madridismo está harto de las idas y venidas desde que Florentino Pérez se marchara de la casa blanca en 2006, y eso que el Real Madrid ha conseguido ganar dos ligas, 2006-07 y 2007-08 fuera de su presidencia. Pero eso no le basta al aficionado medio madridista y quiere que el empresario vuelva a mandar en el club.
Florentino Pérez llegó al Real Madrid en el año 2000, ganando en las elecciones al entonces presidente Lorenzo Sanz, que dejó las arcas del Real Madrid para el arrastre. Florentino llegó con Luis Figo bajo el brazo y además fue capaz de solventar las deudas del equipo. A él le debemos el apodo de "galácticos" de los fichajes y jugadores que ya tenía el Real Madrid, y que conformaban los siguientes jugadores: Luis Figo, Zinedine Zidane, Ronaldo, David Beckham, Iker Casillas y Raúl.
Cuando uno recuerda todos estos nombres bajo un mismo once inicial (sumémosle a Michael Owen que, por razones que aún desconozco, no cuajó en el club blanco, y eso que siempre que salía metía gol) recuerda el estilo de juego que tenía el Real Madrid, y no puede si no disfrutar con la magia que el mago Zinedine Zidane dejó en el Santiago Bernabéu.
El mandato de Florentino Pérez se puede dividir en dos partes. En la primera consiguió todos los títulos: 2 Ligas, 1 Copa de Europa y 1 Copa Intercontinental. Después, el Real Madrid entró en una crisis de resultados similar a la que vivió en años anteriores el FC Barcelona, encadenó tres años sin títulos y Florentino Pérez decidió dimitir en 2006. Antes había protagonizado dos casos avergonzantes para el madridismo. La no renovación de Vicente del Bosque, actual seleccionador nacional (se supone que ganó demasiado con el Real Madrid, y además era de la casa, qué cosa más horrible para el mejor club del mundo) y, sobre todo, la de Fernando Hierro, ligado al club desde hacía infinidad de años, que no pudo disfrutar del gran partido homenaje que se merecía.
Claro que, quitando esos puntos, la presidencia del Florentino Pérez no trajo más que alegrías a la casa blanca, y si no cayera en los mismos errores, podría devolver la ilusión a una afición que la ha perdido, sobre todo tras el grotesco episodio de Ramón Calderón.