Hace una semana Cristiano Ronaldo se enfadó cuando le sustituyeron a falta de unos minutos para que acabara el partido, alegando que en esos minutos también se meten goles y él quería ser máximo anotador de la Liga. Lo mismo sucedió este fin de semana.
Y eso volvió a desagradarle, hasta el punto en que, en su rabieta, no saludó a Manuel Pellegrini, que le ha quitado hierro al asunto. Que un jugador no diriga la palabra a su estrenador cuando es sustituido no es algo nuevo, pero si bien es cierto que el carácter de CR9, que quiere jugar todo y meter goles hasta el último minuto, le avala, también tiene que aprender a respetar las decisiones del mister sin montar un circo. Puede cuestionarlas, pero no faltar al respeto.
Manuel Pellegrini ha dicho que no importa, pero seguro que en la intimidad le ha tirado de las orejas, o alguien se ha tomado el permiso para hacerlo, porque no queda bien que cada dos por tres Cristiano Ronaldo se siente en el banquillo enfadado.
Claro que, si eso ya le pasaba con Alex Ferguson, que lleva más de 20 años entrenando al Manchester United, va a ser difícil cambiar su actitud. De todos modos, mucho se critica fuera del ámbito del Real Madrid a este jugador que lo único que ha hecho es no decir una palabra más alta que otra y meter gol en todos los partidos (menos en este último).
Incluso le critican todas las filigranas que hace. Soy de la opinión de que muchas de ellas no le llevan a ningún sitio, pero no voy a criticar a un jugador por hacer cosas curiosas con el balón si tiene capacidad para hacerlo. Él ya ha dicho que es su forma de jugar y que no va a cambiar.