El waterpolo es uno de los deportes más exigentes que existen. Si la natación precisa de una increíble forma, fuerza física y una gran resistencia, al waterpolo tenemos que añadirle las exigencias de jugar un partido a máximo nivel.
El objetivo del waterpolo es sencillo. Como cualquier deporte con porterías, la meta es meter más goles que el equipo rival. Juegan seis jugadores y un portero por cada equipo, y el tiempo de partido se divide en cuatro cuartos de ocho minutos de duración cada uno (sólo se contabiliza el tiempo en el que el balón está en juego). Asimismo, los jugadores sólo disponen de 30 segundos de posesión para finalizar la jugada una vez la comienzan (si recogen el rechace después de un tiro, se contabiliza como una jugada diferente, como en baloncesto).
Como es lógico, un jugador tiene que estar todo el tiempo que esté en el campo de juego a flote. No puede tocar el suelo de la piscina (entre otras cosas, es poco viable dada la profundidad de esta) y no pueden coger el balón con las dos manos, a excepción del portero. Tampoco pueden darle con el puño cerrado, a excepción del portero.
Un jugador puede acumular hasta tres expulsiones (la tercera será la definitiva), que le puede ocurrir por impedir el movimiento a un jugador o realizar una falta flagrante, como salpicar agua a los ojos de otro jugador. Tampoco se puede hundir la pelota en el agua.
Hungría es el mejor equipo actualmente el waterpolo mundial, un deporte en el que España siempre ha tenido protagonismo (consiguió la medalla de oro en Atlanta 1996). Sin embargo, desde aquellos Juegos Olímpicos, los húngaros no han parado de cosechar victorias internacionales)