Ayer se disputó en Osaka la final de los 1.500, la prueba reina del atletismo. Una prueba en la que el duelo entre europeos y africanos, real durante la década de los 80, ficticio en la de los 90 e inexistente en nuestros días, volvió a decantarse del lado africano.
Llegaba a esta final el estadounidense Alan Webb con la mejor marca del añomeetings y otra muy diferente los campeonatos pero, como siempre sucede, una cosa son los , donde la gloria y las medallas (las chapas, como dicen los atletas) es lo único que importa.
Los 1.500, la carrera perra, donde los codazos y los empujones están a la orden del día, donde cada metro libre se pelea en una batalla que dura tres minutos y medio, la gloria o el fracaso, el todo o la nada.
Tres españoles en la final, como suele ser habitual, aunque esta vez fuera de manera un tanto oscura (Higuero entró tras reclamación de la Federación Española después de la batalla campal en la que se convirtió su semifinal) y trabajada (en la otra serie, Gallardo tuvo que hacer el último 400 con una única zapatilla).
Así las cosas, sólo el madrileño Casado parecía contar con alguna opción real de tocar medalla. Sin embargo, los grandes favoritos de la prueba, Ramzi el marroquí, Korir y Kiprop, los kenianos y, cómo no, el incombustible Bernard Lagat, keniano nacionalizado estadounidense, no iban a permitir sorpresas.
Salió la carrera táctica, lenta, nadie quería tirar, mucho miedo y pocas piernas. Así transcurrió la prueba hasta el último 400, donde se empezó a correr de verdad. Aceleraron los africanos, encontrando Lagat su gran oportunidad a falta de 200 metros, en la curva, donde cambió de manera fulminante para imponerse sobre Ramzi, segundo y Korir, tercero.
Casado, primer europeo, fue séptimo. El dominio en la prueba reina del atletismo es africano. Lejos quedaron los tiempos de Coe, Abascal, González y Cram que, además de partirse la cara entre ellos, plantaban una batalla real ante Aouita y los suyos.
Originally posted 2007-08-30 16:31:51.