Una de las rivalidades clásicas más aguerridas del mundo del fútbol y la más importante de América tuvo lugar en un encuentro amistoso que no tuvo mucho brillo, aunque según muchos, ha marcado el punto de inflexión en la carrera mundialista de un criticado futbolista (a nivel Selección, claro está)
El paso de Lionel Messi con la camiseta celeste y blanca era mirado de reojo por muchos, comparando el juego que desarrolla en el FC Barcelona y lo poco de ello que se ha visto en la Selección Argentina, un pensamiento por demás errado, si nos ponemos a analizar las cuestiones de fondo.
Las individualidades se explotan en el momento justo, pero no sirven de nada si no hay una fuerte base que acompañe al talento, generando juego colectivo que hasta incluya reemplazantes de la función decisiva si las marcas se centran en aquel jugador que hace la diferencia.
Con el cambio de entrenador, asumido oficialmente Sergio Batista, la Selección Argentina busca brindarle la mayor comodidad posible al astro blaugrana considerado uno de los mejores jugadores del mundo, para abastecerlo del juego que genera tantas satisfacciones, y buscando que su rol sea la culminación de una idea y no la generación del juego (como sí pasaba bajo la conducción de Diego Maradona)
El gol que convirtió para la victoria argentina demostró que lo mismo que hace en el Barça lo puede hacer vistiendo los colores de su país, y si sigue tomando ese rol decisivo y protagonista del ataque, a lo mejor este encuentro significo, tal como hemos dicho, un punto de inflexión en su rol a nivel Selecciones.