El otro día el diario MARCA publicaba unas declaraciones que supuestamente el camerunés, todavía del F.C. Barcelona, Samuel Eto’o, realizó al presidente Ramón Calderón.
“Llévame al Real Madrid”, decía Eto’o. ¿Cómo? Ya sabemos que los jugadores hablan dependiendo de quien les paga o quien les podría pagar mejor en un futuro, pero no hay que irse muy lejos para recordar las palabras que le dedicó al Real Madrid un Eto’o que lo que todavía no sabe lo que debe ser un jugador ganador.
Un buen jugador y deportista no puede celebrar un título al cántico de “Madrid, cabrón, saluda a la afición” por muy catalanista que sea en ese momento. La deportividad se basa en el respeto, y aquella acción fue repugnante, tanto como puede serlo cualquier otras declaraciones semejantes de cualquier deportista de cualquier equipo y cualquier ámbito.
Ramón Calderón se ha apresurado a decir que no hay ningún caso Eto’o y que el camerunés no volverá al F.C. Barcelona. Yo, como amante del deporte, no deseo que Eto’o vuelva a un club, que si bien no le trató como debiera hace muchos años (eso está más claro que el agua, no le dieron ninguna oportunidad cuando le tuvieron), faltó al respeto de forma tan flagrante sólo para agradar a unos cuantos. No es porque la gente pueda pensar que es un chaquetero ni que ha militado en el F.C. Barcelona (¿algún jugador de primer nivel no es chaquetero?), es sólo por haber faltado al respeto de un equipo y toda una afición, algo que un profesional nunca debería hacer.
